James Simon Galerie, David Chipperfield (2018) – Atrio espectacular para la Isla de los Museos
La James Simon Galerie reordena la llegada a uno de los conjuntos patrimoniales más visitados de Europa. Lejos del icono autónomo, la obra de David Chipperfield Architects actúa como infraestructura cívica: concentra accesos, control, tienda, café, salas temporales y conexiones soterradas entre museos. Su lenguaje —basamento pétreo, gran escalinata y pórtico de columnas esbeltas— dialoga con la tradición de la Isla sin competir con ella. El edificio no busca llamar la atención, sino poner orden, ofreciendo sombra, orientación y una experiencia urbana legible desde el primer paso.
Implantación y secuencia de acceso
La parcela, estrecha y alargada entre el Neues Museum y el canal, imponía una solución precisa. Chipperfield dispone un zócalo continuo que contiene los usos de mayor inercia —taquillas, lockers, instalaciones, servicios— y lo corona con una columnata abierta al río. El visitante llega por el puente, sube la escalinata y accede a un vestíbulo de gran altura, inundado por luz lateral filtrada entre columnas. Allí la orientación es inmediata: un eje claro reparte flujos hacia la sala temporal, el auditorio, las terrazas o la Archaeological Promenade que conecta con el resto de museos.
La escala urbana está cuidadosamente calibrada. La escalinata funciona como graderío público con vistas al agua y como expansión natural de la acera, permitiendo detenerse sin estorbar a quienes ascienden. El pórtico —ni interior ni exterior— actúa como umbral climático: resguarda del viento, evita el deslumbramiento del sol raso y convierte la espera en parte de la visita. Así, la experiencia del museo empieza en la calle, no en el mostrador.
En planta, el edificio cose los distintos niveles del entorno y aclara recorridos que antes eran confusos. La plataforma superior se alinea con los accesos principales; la inferior, a la cota del muelle, acoge rutas de servicio y entradas alternativas. El resultado es una conectividad transversal que reduce cuellos de botella, absorbe picos de afluencia y distribuye grupos sin interferencias.
Lenguaje, material y luz
La James Simon Galerie emplea una paleta sobria: piedra reconstituida en tonos claros, hormigón visto y carpinterías discretas. La columnata —afinada hasta el límite— reinterpreta en clave contemporánea las grandes series de columnas del conjunto de Schinkel. La vibración de los fustes estriados y el despiece horizontal del basamento controlan la escala y refuerzan la lectura longitudinal del borde del río.
La luz natural es protagonista. En el vestíbulo, entra lateralmente entre columnas; en salas, se modula mediante lucernarios lineales y superficies blancas que evitan sombras duras. La masa térmica del basamento estabiliza el clima interior y el pórtico proporciona sombra profunda en verano. Más que añadir tecnología, el proyecto pone la forma y el espesor al servicio del confort.
Circulaciones y accesibilidad
Las circulaciones están pensadas para funcionar con multitudes sin perder amabilidad. Rampas, ascensores y cambios de cota se integran en la geometría general, evitando soluciones añadidas. La legibilidad espacial reduce la dependencia de señalética: la arquitectura guía. El auditorio, cercano al acceso, permite programar actividades sin interferir en el flujo de las colecciones.
El auditorio introduce madera y una acústica cuidada, en contraste cálido con el mineral del resto. La iluminación artificial, sobria y regulable, sostiene conferencias y proyecciones sin artificios. Todo responde a una ética de precisión cotidiana: nada sobra, nada falta.
Espacio público y paisaje
El proyecto añade ciudad útil: la terraza superior es mirador; el pórtico, paseo cubierto; los bordes de la escalinata, descanso y observatorio del río. El edificio se vive durante todo el día, con y sin entradas. Esa condición cívica explica su aceptación: la James Simon Galerie no solo gestiona colas, también regala espacio público de calidad.
En las salas, la neutralidad es deliberada: superficies continuas, juntas silenciosas y proporciones cómodas para obras de escala variada. La logística —cargas, depósitos, accesos técnicos— se integra sin alterar la lectura espacial del visitante, síntoma de un trabajo de proyecto minucioso.
Conclusión
La James Simon Galerie demuestra que se puede intervenir en un conjunto patrimonial con serenidad contemporánea: sumar capas, mejorar el confort y clarificar recorridos sin elevar el volumen de la forma. Es un edificio que organiza, explica y acoge; su espectacularidad no es gestual, es operativa. Una lección de arquitectura pública hecha de proporción, luz y medida.
Enlaces externos: ArchDaily – Galería James Simon; Arquitectura Viva – Neues Museum (contexto).
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